En la sociedad de lo audiovisual en la que nos hallamos inmersos, estamos acostumbrados a ver vídeos corporativos de todo tipo y muy variados sin embargo, dado el mayor impacto social que tienen las grandes empresas y marcas, tendemos a pensar que los vídeos corporativos son un instrumento válido sólo para éstas. Nada más lejos de la realidad.
El vídeo corporativo tiene como misión principal aumentar la visibilidad de la empresa, de sus productos y/o servicios, a la vez que transmite sus valores y su filosofía, todo ello con la intención de incrementar su base de clientes, atraer a nuevos inversores, o facilitar las negociaciones con posibles proveedores. Estos objetivos son comunes a todo tipo de empresas, al margen de su tamaño, localización, sector al que pertenece, etcétera pues toda empresa desea ampliar su volumen de negocio y, por tanto, de beneficio.
Además, en la era de internet, el vídeo corporativo se ha mostrado como la mejor herramienta de difusión. Puedes subirlo a la página web de tu empresa, difundirlo a través de las principales redes sociales como Facebook, Twitter, Vimeo y, por supuesto, YouTube. Las estadísticas de este último señalan que cada mes se visualizan unos 200.000 millones de vídeos online en todo el mundo, lo cual nos aporta una idea bastante clara de lo importante que es para cualquier empresa estar ahí.
Además, el precio de los vídeos corporativos, gracias al incremento de su demanda y a la reducción de costes, ha experimentando una notable rebaja, hasta el punto de que existen los llamados vídeos low-cost, vídeos prediseñados sobre los que se realizan las modificaciones necesarias hasta obtener un resultado personalizado y de gran calidad que incluso es empleado por profesionales independientes para dar a conocer sus servicios.
En definitiva, si la mayor empresa del mundo tiene como objetivo incrementar los beneficios, al igual que una pequeña empresa de veinte empleados, los vídeos corporativos son útiles para todas ellas.