El arte de crear animación bajo la técnica Stop Motion ha recibido muchos nombres a lo largo del tiempo: paso de manivela, cuadro a cuadro, fotograma a fotograma o animación en volumen y se considera la técnica de animación más antigua y rudimentaria. Su objetivo es dar la sensación de movimiento mediante la sucesión de imágenes fijas. Este tipo de animación no está basado ni en el dibujo animado ni en la animación por ordenador, de modo que es mucho más artesanal.
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Puede utilizarse con objetos sólidos o bien con objetos maleables como muñecos creados con masas de modelaje. El riesgo es muy alto porque un error puede mandar al traste mucho trabajo, recordemos que el paso normal de imágenes es de 24 fotogramas por segundo, es decir que un corto de 1 minuto tendría 1440 imágenes estáticas (24×60) en las que, para simular movimiento real, tendremos que haber ido introduciendo pequeños cambios de posición del objeto animado. Eso implica asimismo que se trata de una técnica progresiva de rodaje que no permite dar marcha atrás.
El set de rodaje de una película en stop-motion es un pequeño universo en miniatura en el que abundan toda clase de pequeños objetos. La iluminación de esos espacios y la colocación de las cámaras es una de las principales inquietudes de la realización audiovisual, que desea sacarle todo el partido posible a ese microcosmos.
Cuando se rueda un largometraje con esta técnica, suele estar en funcionamiento más de un set de rodaje, de modo que hay multitud de animadores. Podemos aludir al director como responsable final del proyecto, pero la verdad es que es un trabajo que exige una gran dedicación por parte de muchos animadores. Para muestra un botón: Frankenweenie contó con 33 animadores cada uno de los cuales podía llegar a grabar hasta 5 segundos de animación por semana. Trabajoso ¿eh?